“La competitividad tiene que ser parte de la estrategia si queremos que sea vencedora y no solo basada en el precio”

KUKA Abril 2023
PILZ OCT 22
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FESTO

Entrevista a Juan Domingo, Deputy CEO de Aritex

Juan Domingo Aritex

Tras 46 años en el sector de la automoción, Juan Domingo, Deputy CEO de Aritex y ex director de compras en Nissan, nos habla de los importantes retos que los fabricantes de automóviles y la industria auxiliar tienen ante sí. El tsunami del covid-19, el desafío medioambiental y las nuevas modalidades de movilidad están abriendo amplias oportunidades para la automatización de la industria. 

– ¿Qué balance hace de la situación de la automoción en 2020, y qué previsiones hay para 2021?

– En Europa, los países de mayor potencia económica, como Alemania, Francia y, en menor medida, España, están adoptando programas de estímulo y apoyo que están permitiendo recuperar las cifras de producción, aunque persiste la incógnita sobre la solidez del mercado.

Debido a la importancia de las exportaciones, en España dependemos de la evolución de los principales mercados para asegurar el volumen de producción. Nuestro país terminará el 2020 claramente por debajo de las previsiones iniciales. En 2021 la situación se estabilizará, aunque es difícil que crezcamos de forma significativa, puesto que el gap provocado por la pandemia se recuperará muy lentamente en el mercado interior.

– ¿Qué retos cree que debe afrontar la automoción a corto y medio plazo?

– Creo que hay que tratar de afrontar los diferentes retos de una forma agregada, ya que, en muchos casos, las interdependencias entre ellos hacen difícil tratarlos individualmente. Por ejemplo, la sostenibilidad obliga a reducir la huella medioambiental de la industria y de los servicios asociados a la movilidad. Eso implica como solución tecnológica a corto plazo la creciente electrificación en todas las modalidades (híbridos, enchufables, mild hybrid, etc.) para cumplir las regulaciones de emisiones, pero también para mejorar la imagen de marca ante la creciente conciencia medioambiental.

Todos los fabricantes se han lanzado a una implantación de versiones y plataformas de esta naturaleza, lo que está provocando una fortísima y acelerada reconversión de sus plantas, de la cadena de suministros y de la base de proveedores. Esto generará ganadores y perdedores y un gran impacto económico y social, ya que por un lado el vehículo eléctrico debería tener menos barreras de entrada, pero por el otro implica una menor carga de trabajo por unidad producida, lo que supone un impacto negativo en el volumen de empleo.

En paralelo, están apareciendo y consolidándose nuevas fórmulas de movilidad que sustituyen parcialmente el uso y propiedad individual del automóvil. Es el caso de los vehículos de movilidad personal urbana (como bicis, patines y motos eléctricas) y las formas de pago por uso, como el carsharing. Solo hay que ver cómo SEAT ha creado MO como empresa de servicios de movilidad para estar presente y liderar este cambio. En este punto, hay que tener en cuenta el necesario desarrollo de las infraestructuras de soporte y su generalización dentro de los objetivos que marca la Agenda 2030.

Por último, la crisis del covid-19 ha puesto en evidencia la criticidad de las cadenas de suministro desarrolladas durante los años de expansión y globalización. No creo que el fenómeno de la globalización vaya a revertirse, pero sí que se volverá a primar la cercanía y la capacidad de reacción como factores estratégicos, más allá de la simple consideración del precio del producto.

Este es un aspecto muy importante para España, ya que su potente industria auxiliar, junto a las dieciséis plantas de producción de vehículos que existen en el país, son elementos competitivos de primer orden.

“La Industria 4.0 permite afrontar simultáneamente muchos aspectos que incluyen todo el ciclo del producto: virtualización, diseño, simulación..."

– Hablemos de la política industrial en España. ¿Qué oportunidades de mejora considera que se pueden plantear mediante la colaboración público-privada?

– La mejor noticia es que se hable de política industrial en un país que durante años ha apostado por reducirla al mínimo. Dicho esto, en un momento en que afrontamos grandes retos y en el que la disponibilidad de recursos y capitalización de las empresas está muy debilitada, creo esencial que las Administraciones se impliquen y asuman un papel de coordinación para potenciar acciones y canalizar el dinamismo de las empresas e iniciativas privadas, así como las ayudas que permitan su aceleración y plasmación en realidades industriales tangibles.

– La automoción es uno de los sectores que más han impulsado la automatización. ¿En qué momento cree que nos encontramos ahora en términos de Industria 4.0?

– La automoción ha sido siempre un sector pionero en la implantación de la automatización en sus procesos, como respuesta a la necesidad de incrementar la eficiencia en términos económicos y de calidad, a fin de afrontar el drástico aumento de los volúmenes de producción y aprovechar así las economías de escala consiguientes.

La irrupción de los conceptos, tecnologías y herramientas englobados bajo la etiqueta de “Industria 4.0” ponen en evidencia la existencia de un gran potencial para hacer frente a las nuevas necesidades. El objetivo es mejorar la eficiencia bajo una óptica amplia, ya que la Industria 4.0 permite afrontar simultáneamente muchos aspectos que incluyen todo el ciclo del producto. Hablamos de virtualización, diseño, simulación, control de procesos, automatización, cadena logística, etc.

“No debemos automatizarlo todo, sino que hay que hacerlo siempre por razones objetivas”

– ¿Qué papel tienen las alianzas estratégicas para potenciar la automatización en el sector de la automoción?

– Nadie puede tener una solución excelente y válida para todos los retos, procesos y clientes. Queda descartado iniciar desarrollos específicos en solitario por el tiempo que precisan y su alto coste. Por eso, las alianzas estratégicas como fórmula para reunir experiencia, conocimiento y músculo económico son la respuesta más eficiente. Hace años que los fabricantes establecen colaboraciones e intercambios cruzados, incluso entre competidores, para generar economías de escala y sinergias industriales.

– ¿Lo podemos automatizar todo en la producción de automóviles?

– Desde un punto de vista teórico, la respuesta es que hay tecnología y estado del arte para automatizar casi todo. A lo largo de mi experiencia profesional, he seguido distintas tendencias en el sector, y una de ellas fue la obsesión por la automatización. En el Japón de los años 90, se automatizaba un alto porcentaje de los montajes finales.  En mi opinión, no debemos automatizarlo todo, sino que hay que hacerlo siempre por razones objetivas, basadas en necesidades de garantía de calidad y proceso, repetitividad y trazabilidad, eficiencia general de los equipos (OEE), ergonomía para el operario y, por supuesto, reducción de costes.

– ¿Qué áreas del sector automotriz aún tienen potencial de automatización?

– En lo referente a los procesos productivos, aún tenemos recorrido, en especial en aquellas operaciones que precisan mano de obra poco cualificada o que son de escaso valor añadido. En este sentido, dentro de la cultura Nissan Production Way (NPW), todas las operaciones de medición, chequeo, verificación, suministro a línea y preparaciones, entre otras, se separan para identificarlas claramente y valorar su reducción o eliminación, bien sea con la automatización o con su integración en el propio diseño del proceso. El principio es que la calidad esté presente desde el origen y eliminar todas las operaciones que no aporten valor.

Además de los procesos, existen otras oportunidades. Un aspecto crucial es la reducción del time to market, y eso implica el uso masivo de herramientas de simulación y automatización para acortar los plazos de lanzamiento y pruebas de producción.

– ¿Qué recomendaría para que una pyme en el sector de la automoción diera sus primeros pasos en el terreno de la automatización?

– Lo primero es aceptar el reto como una oportunidad enmarcada dentro de una estrategia para afrontar el cambio y asegurar nuestra continuidad en el mercado. Desde “arriba” se adopta y lidera esta estrategia, y se implica a todo el equipo, no solo técnico, sino también de taller. Su participación es clave para aceptar los cambios sin resistencia y aportar sugerencias de mejora.

En segundo lugar, tras un análisis inicial para identificar los procesos con más oportunidades, y después de evaluar su rentabilidad y viabilidad, hay que tratar de implantar los cambios de forma rápida e inmediata. Esta inmediatez es esencial para elevar la moral y la motivación del equipo.

Una vez que se inicia este proceso, la dirección tiene que seguirlo y apoyarlo para resolver los conflictos que puedan presentarse entre la visión tradicional de los propietarios del proceso y la nueva dinámica, tendente a eliminar todo lo innecesario.

“No creo que la globalización vaya a revertirse, pero se volverá a primar la cercanía y la capacidad de reacción como factores estratégicos”

– De todo el ecosistema de la Industria 4.0, ¿qué innovación considera que está siendo más disruptiva para la automoción?

– Hay dos vectores que están abriendo un horizonte amplísimo: por un lado, la posibilidad de aplicar extensivamente las técnicas de digitalización y simulación en el up-stream para reducir tiempos y suprimir etapas; por otro lado, el Internet of Things (IoT) para la obtención de datos en tiempo real, que permite el uso de la inteligencia artificial y el Self Learning.

– ¿Cómo encontrar el equilibrio entre competitividad y empleo?

– Es cierto que la eliminación de tareas de escaso valor añadido puede tener un efecto negativo inmediato sobre la cantidad de mano de obra poco cualificada empleada en dichos procesos, pero la implantación de sistemas más complejos y sofisticados creará a su vez una demanda creciente de otros perfiles profesionales más cualificados. Seguramente, el balance cuantitativo total será negativo, por lo que, a través de la formación, habrá que reconducir el excedente hacia otras actividades.

En cuanto a la competitividad, no hay elección: hay que hacer un uso más eficiente de todos los recursos empleados, ya sean materiales, humanos, de energía o de tiempo, ya que todos ellos son finitos. La competitividad así entendida tiene que formar parte de nuestra estrategia si queremos que sea vencedora y no solo basada en el precio.

– ¿Cómo considera que está considerada y posicionada la tecnología made in Spain en el mundo?

– El nivel técnico de las empresas españolas en el campo de la ingeniería y la tecnología aplicadas es bueno. Ha quedado demostrado con el incremento de las exportaciones en las últimas décadas. La facilidad para disponer de elementos de campo o semiestándar a unos precios y prestaciones interesantes está haciendo que seamos capaces de desarrollar y aplicar soluciones competitivas en implantaciones industriales. Nuestra aportación es importante en el campo de la arquitectura e ingeniería del sistema y no tanto en el de la investigación básica necesaria para el desarrollo y producción de elementos clave como chips u otros circuitos.

Ahora bien, para optar a estas oportunidades, tenemos que poder seguir a nuestros clientes en las distintas implantaciones en diferentes países, con distintos idiomas y culturas. No es algo fácil para un país como España, donde no tenemos esta visión y hay un conocimiento escaso de idiomas, lo que a veces sigue siendo un lastre para una verdadera implantación internacional.

– ¿Cómo cree que afectará la era post covid-19 a la automatización industrial?

– El tsunami provocado por el covid-19 ha causado una aceleración en los procesos de cambio latentes que ya estaban aquí, aunque ocultos muchas veces por una marcha de la economía que venía encadenando etapas de crecimiento más o menos intensas con algunas crisis cíclicas intermedias. Al bajar la marea, han aparecido los escollos y arrecifes. Al navegar en estas nuevas condiciones, hemos de adoptar medidas drásticas que permitan mejorar nuestro calado y maniobrabilidad, ya que, con las soluciones paliativas adoptadas inicialmente por las autoridades, no será suficiente. No podemos esperar que, de forma natural, las aguas vuelvan a los niveles anteriores.  Por eso tenemos que acelerar nuestra apuesta por la excelencia y no caer en la solución fácil de buscar volumen a cualquier precio. Ahí la automatización tiene un papel crucial y nosotros hemos de apostar por ella.

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